Versión del texto en audio.

Diente de leche (conversación con mi madre)

—Menos de los dientes, mi niña,
fuiste toda blanda.
Fueron blandas tus manos y tus pies,
hinchados como globitos de agua,
pero tus dientes de fiera me hirieron el pecho. 

Cómo quise entonces morderte el cachete
y morderte los pies hasta que la piel cediera. 

Cuando te vi insistente empujando con la lengua
los dientes que me hicieron sangrar,
pensé en tu muerte por primera vez. 
¿Cómo puede ceder algo tan firme?

—Yo no pensé en ti, mamá, no pensé en nadie. 
Fue la primera vez que descubrí una raíz,
la primera vez que jalé algo que trajo tras de sí una hebra oculta. 

—Una hebra de dolor 

—No dolió tanto, mamá, no te preocupes,
pero lo sentí en la mano,
como una parte de mí
que ya no me quería.

Rellerindo 

En mis primeros años
rompí estos dulces con las muelas.

Siempre termino masticando,
no puedo esperar a que desaparezcan,
a fuerza de herirme el paladar. 
Una mordida basta para romperlo todo,
para que el ruido de cristales estrellados
me aturda desde adentro.

El cristal dulce me picó los dientes,
me hirió con su filo la lengua coloreada. 

Dos muelas rotas,
incontables caries
y no voy al dentista
porque no me alcanza.

Bajo la almohada 

Te vi envolverlo en papel con tanto cuidado,
con el ansia del mercader que encontró la perla.

Fue tu primera ofrenda.
Entregaste, por fe, el mineral de tu cuerpo.
Te iniciaste en la práctica familiar
de dormir soñando que te compras algo,
y hurgaste en el sueño la satisfacción
que nunca nos llega ni nos llegará. 

Te dimos la moneda de menos valor
y fue para ti gran maravilla.   

Comer es comer 

Cuando corto la carne, pienso siempre en la muerte de las vacas, en que no conocieron campos verdes y les quitaron a golpes a sus hijos. Y pienso en las gallinas que se mueren en cada etapa de sus vidas; en los chillidos de los cerdos; en las convulsiones de los peces, y en la resignación de los corderos. Se me atora la carne y siento la muerte entre los dientes. 

¿Qué estoy diciendo? Comer es comer, no tengo que pensar en los pedazos muertos que se me quedan en las muelas rotas, no tengo que llorar por el sonido intermitente de mi masticar que no se sincroniza con el de los demás, los que están en esta mesa con la boca llena, sin nada que decir. 

Comer es comer. 

En seguida, me lavo los dientes, como lavo los platos, como lavo mis manos, como sacudo los manteles, amarillos de tan viejos y rotos de tan mal tratados.

Digestión

Mi estómago es una bestia herida,
que gruñe y que se duele.
Me pesa en el cuerpo y me jala el corazón,
está amarrado a él como un perro bravo.

Tragar es un pacto. La boca mastica el mundo,
lo ablanda, lo rompe, y un recuerdo baja
por el túnel oscuro de lo involuntario.
Escucha el estómago sin emitir su juicio:
solo se contrae, solo se expande.
Ahí, en lo blando y ácido,
todo vuelve a su elemental origen.
Y la voz arde en la boca.

Digiero lento y a veces no termino.
Me siento pesada y no todo lo que trago me alimenta:
algunas cosas me atraviesan y se van intactas.
Y, sin embargo, el intestino avanza.
La vida sigue su tránsito hasta volverse excremento:
materia ya leída, materia desechable.

Me tomo las pastillas esperando dormir todo aquello que duele.
Esperando que este sea mi último dolor de estómago. 

Imagen tomada de Masheri vía Pinterest

Leslie Ortega López (Hermosillo, Sonora, México, 1998). Docente de educación superior, Maestra en Literatura Hispanoamericana por la Universidad de Sonora. Ha publicado poemas en revistas de literatura y difusión cultural. Es miembro de la Red de Fomento a la Lectura de la Biblioteca Fernando Pesqueira y forma parte del comité organizador del foro anual “Las mujeres en el espacio literario”. En 2023 fue beneficiaria del Programa de Estímulos a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA Sonora), en la categoría Poesía. Sus intereses se centran en la cotidianidad, la memoria y el cuerpo. Ha publicado en la revista De-lirio; en el libro Discéntricas: Muestra de poesía joven mexicana de mujeres (2021), de Ediciones La Rana, y en la antología El descenso (2021) de la editorial Dioscuros, con el relato «Líbranos del mal. En revista Neotraba.  

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